El antropólogo Gregory Bateson fue quien inspiró el modelo del tercer orden, por lo que su obra continúa siendo una fuente inagotable, madre nutricia de la terapia familiar. El foco de la terapia familiar de tercer orden es hacer conciencia de los sistemas de sistemas –contextos estructurales, socioeconómicos y culturales– que organizan los estilos de vida que interfieren con la salud.
De manera magistral, esta nueva publicación de Raúl Medina integra la sabiduría sistémica con las teorías sociales, y en particular profundiza en una teoría sociocultural de la mente humana, el poder, las emociones y la familia, conjunto de conceptos desde donde se desprende el amor indignado, el diálogo solidario, la honestidad crítica y la familia de elección, como los ejes desde donde se teje la urdimbre –la trama– de esta propuesta clínica.
La psicoterapia familiar de tercer orden inicia la exploración clínica con las siguientes preguntas: ¿qué llevó a esta familia a romper el diálogo?, ¿por qué no lo han podido restaurar?, ¿quiénes son los actores más significativos en la trama del síntoma?, ¿por qué esta familia vive condiciones de existencia intolerables y puedan aparecer como aceptables e incluso naturales? Se parte de la creencia de que la sintomatología o malestar personal es una respuesta a la pérdida del diálogo solidario familiar. Por ello, se generan pautas de maltrato y exclusión que impactan en la psique y el cuerpo de las personas. Ante esto, el propósito clínico es encontrar las atenuantes que condujeron al desencuentro familiar y comunitario y comprender los justificantes simbólicos de su malestar; y es ahí donde se hacen visibles los contenidos estructurales del malestar: pobreza, injusticia, marginación, exclusión y mitologías culturales.
Para ello se apela al amor indignado y a la honestidad crítica de los consultantes para hacer conciencia y poner en perspectiva el papel que juegan en la construcción del malestar y el bienestar. Solo después de dicha conciencia de tercer orden es posible generar una resistencia terapéutica.
Un gran aporte de esta obra es expandir a la familia más allá de las relaciones de parentesco, para reagruparse, acompañarse y cuidarse. Es en la familia de elección donde se encuentran y se generan los recursos socioemocionales, con mayor poder, para enfrentar a la estructura.
El objetivo clínico final es que la familia restaure el diálogo solidario crítico y se empodere en su bienestar: el terapeuta es un colaborador que les apoyará a reencontrarse y reorganizarse, para que juntos resuelvan las vicisitudes contextuales. Sólo entre ellos un abrazo, el reconocimiento y acompañamiento tendrá efectos terapéuticos.
En esta obra se encontrará una fuente rica de recursos psicoterapéuticos para psicólogos clínicos, comunitarios, sociales, educativos y de las organizaciones.